Gracias por pasar a este lugar.

Espero que este espacio sea de tu agrado,
y que este lugar sea de ayuda para tu cercania
con Dios por medio de la oración.

Que la Gracia y el Amor de nuestro Creador
se manifieste en tu vida de una manera conciente
y plena dentro de tu corazón.

Se bienvenido.

jueves, 20 de mayo de 2010

La oración personal

La oración, el encuentro íntimo con Dios, una aventura maravillosa, una riqueza y una profundidad de la vida que no tienen los hombres sin fe.

sin embargo, para muchos cristianos la oración no pasa de ser una idea atractiva, porque las pocas veces que intentan orar se aburren, lo sufren como un terrible peso, no saben qué hacer, se distraen permanentemente, y a los cincos minutos ya están haciendo otra cosa.

Lo que haremos ahora es justamente indicar qué se puede hacer en el tiempo de oración para que la oración resulte más interesante, más rica, más profunda.

De todos modos, conviene recordar que la oración siempre exige una entrega personal. Hay que detenerse. sacar el pie del acelerador, renunciar a las cosas que hacemos permanentemente y a los planes, y parar, sosegarse, quedarse quieto un buen rato. El primer paso es aceptar que tendré que asentar por un rato las nalgas o las rodillas, y dejarlas asentadas aunque comience a sentir cosquillas por todo el cuerpo.

Con el paso de los días se crea un hábito y poco a poco esa detención se transforma en un "reposar con el Señor". Pero siempre supone una renuncia y algún esfuerzo, porque el interior inquieto nunca se serena del todo en esta vida.

Exige un tiempo determinado que uno le consagra sólo a Dios, porque Él, que nos creó y nos salvó, lo merece.

La Gracia de Dios hará que en ese tiempo Dios pueda encontrarse con mi corazón inquieto pasando por los estados de ánimo más variados. Por eso, orar es aburrirse un rato, enojarse con uno mismo y reconciliarse, enojarse y sentirse molesto con Diosy luego hacer las paces, ser indiferente a Dios y poco a poco dejarse seducir por descubrir algo nuevo de Dios o redescubrir algo que habíamos olvidado, y gozar; recordar dolores del pasado y reconciliarse con esa historia sufrida, angustiarse por el futuro y encontrar una nueva luz; alcanzar la armonía con Dios, con la gente, con el universo, con uno mismo; y a veces experimentar un tiempo de quietud que parece inútil, pero que misteriosamente nos deja transformados.

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