Gracias por pasar a este lugar.

Espero que este espacio sea de tu agrado,
y que este lugar sea de ayuda para tu cercania
con Dios por medio de la oración.

Que la Gracia y el Amor de nuestro Creador
se manifieste en tu vida de una manera conciente
y plena dentro de tu corazón.

Se bienvenido.

sábado, 4 de diciembre de 2010

Sentirse descubierto y reconocido.

Para algunas personas hay algo que es fundamental en orden a entrar en la presencia de Dios, y sin esto no pueden lograrlo. Y es descubrir que son conocidos por Dios, que no están hablando a una pared o al alguien que no sabe nada de ellos, sino a Alguien que los conoce íntimamente, profundamente, más que nadie. De hecho, miremos el relato de la aparición de Jesús a María Magdalena:“Dicho esto, se dio vuelta y vio a Jesús allí, de pie, pero no sabía que era Jesús. Jesús le dijo: “Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?” Ella creyó que era el cuidador del huerto y le contestó: “Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo me lo llevaré.”Jesús le dijo: “María”. Ella se dio la vuelta y le dijo:”Rabboní”, que quiere decir “Maestro”. (Jn. 20, 14-16)Allí María ve a Jesús resucitado, y lo escucha, pero no lo reconoce; sin embargo, apenas Jesús le dice su nombre; “¡María!”, ella descubre que era Jesús y se abraza a sus pies. Pudo comunicarse realmente con Jesús cuando se dio cuenta que Jesús la conocía a ella.El salmo 139 insiste en esa presencia de Dios que nos conoce tan íntimamente: “Penetras mis pensamientos” (v. 2), “me abrazas por detrás y por delante, me cubres con tu mano” (v. 5), “si escalo el cielo, allí estás, si me hundo en el abismo también allí te encuentro” (v. 8), “Tú has creado mis entrañas, me tejiste en el seno de mi madre” (v. 13), “conocías hasta el fondo de mi alma, no desconocías mis huesos, cuando me iba formando en lo secreto” (v. 15).Si no me siento conocido, reconocido, descubierto por el Señor, pasaré hablando conmigo mismo, o sentiré que estoy hablando frente a una pared oscura.También aquí puede ser muy útil usar la imaginación. Imaginar no solamente a Cristo que se pone cerca de mí, sino también que me habla, me llama por mi nombre, me trata con confianza, y me dice, por ejemplo: “Aquí estoy, querido… ; aquí estoy para escucharte, para que charlemos un rato. Yo sé todo de ti, te conozco más que tú mismo, conozco tu historia, tus debilidades, y te comprendo y te amo; también conozco las cosas lindas que hay en ti, porque yo te las di. Pero aunque yo sepa todo, aquí estoy para que me lo cuentes con confianza, y largues todo conmigo. Te escucho…”.También puede ser bueno auto convencerse diciendo en voz alta o en silencio: “Yo sé que estás aquí escuchándome, que no se te escapa ninguno de mis pensamientos, que estás atento para escuchar todo lo que yo te diga…”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario